A los pocos meses del descubrimiento de los libros de Enid Blyton, mi ansia de conocer todas las aventuras de aquellos grupos de muchachos acabó con las existencias de sus libros en aquella Biblioteca. Las fichas de préstamo me informaban que ya los había leído todos. Me dediqué entonces a buscar títulos en las bibliotecas de mis amigos. Conseguí algunos más que no había leído y los devoré de la misma manera. Luego oí hablar de la familia Hollister y también en poco tiempo acabé con las existencias. Más tarde descubrí a Guillermo el Travieso y me lo comí sin pan. Devoraba como quien devora una cuarta parte de un Harry Potter de ochocientas páginas en una sentada.
Un día, quizás el verano siguiente, al llegar mi amigo Pepe y yo a la Biblioteca, la bibliotecaria nos llamó en un aparte y nos habló muy seriamente. No podía ser que leyéramos dos libros diarios, teníamos que hacer otras cosas. Por supuesto que argumentamos que lo que más nos apetecía era leer aquellas aventuras. Pero ella nos dio un ultimátum: podríamos ir a la Biblioteca siempre que quisiéramos pero no nos iba a prestar libros más que dos veces por semana.
Horror.
Ella era la que mandaba así que no nos quedaba más que obedecerla. Tristes, ambos ocupamos nuestros sitios y volvimos a los tebeos. Cavall Fort y Tretzevents, revistas que no se encontraban en los quioscos, encuadernadas en tela, todos los números de un año juntos, nos duraban poco más de dos sesiones de lectura, ponle que unas seis horas en dos tardes.
Había un mundo fuera pero aquéllos de allí dentro eran mucho más tentadores, más llamativos, más emocionantes. Y ahora los teníamos que racionar.
Un día decidimos aventurarnos en la sección de mayores. Habíamos oído hablar de un libro tabú y estuvimos mucho rato buscándolo. El título era Mi padre es un caníbal y era un tratado antropológico que tenía de morboso que los hombres retratados llevaban el pene metido en tubo que se retorcía hacia arriba. La historia que narraba eran las costumbres ancestrales de aquella gente, la más llamativa de las cuales era que eran o habían sido caníbales. Imagínate lo que podía representar eso en la mente de un preadolescente, un tema del que no se habla, del que nadie sabe, que no te atreves a comentar con nadie. Nosotros nos encargamos de hacer correr la voz más aún si cabe en los recreos de nuestras escuelas. Muchos de nuestros compañeros iban de visita a la Biblioteca, previo lavado de manos en la fuente de la rana, a informarse sobre esa extraña tribu que era capaz de comerse a sus congéneres.
En la misma sección encontré un libro con fotografías escalofriantes de los campos de concentración nazis. Ese libro creo que marcó mi ideología como la podía haber marcado la ausencia de libertad democrática, de haberme dado cuenta de ella a esa temprana edad. Pero eso tardaría aún unos años en pasar. La cerveza de jengibre seguía dándome vueltas en la cabeza, mezclada con las cañas retorcidas en la entrepierna de los antropófagos y los cuerpos esqueléticos de los prisioneros de ojos hundidos.
foto de wikimedia.org
8 comentarios:
Me dejas alucinada con lo de la bibliotecaria, ¿qué mas le daba los libros que leyeseis? Igual le parecía que pasabais demasiado tiempo encerrados, ¿o qué?
:S
A mí también me ha chocado que la bibliotecaria no os dejase más tiempo. A lo mejor necesitaba la Biblioteca para ella sola por algún oscuro motivo...
Ya, ya lo sé, ya estoy desvariando u.u'
Una foto que me marcó fue la del cadáver del Che expuesto como si fuese un salchichón o algo así. Qué poca vergüenza y qué poco respeto.
Yo creo que iba por la tesis quijotesca. Es que el ritmo de dos libros diarios era un poco heavy y posiblemente quería que nos diera un poco el aire en las neuronas.. Como no me gustaba el fumbol ni los deportes, pues pacticaba el imagining.
De peque, con unos 8 añitos, me regalaron 6 libros de Enid Blyton.
Tres de las Mellizas, dos de los de Aventura en... con los dos hermanos y los gemelos, ay! me chiflaba su loro Kiki..., y uno de Misterio en... me encantó que una de las protas se llamase Diana como yo, jejejeje
Me los leí más de 7 veces cada uno, casi me los sabía de memoria... (es que en mi pueblo no hay biblioteca, y mis padres asumieron tarde que era una devoradora de libros...)
Carabiru Diana, refrescame esos títulos de serie que no los recuerdo, plis.
Mmmmmm
Los de las mellizas fijo que los conoces, así que nada.
Los del loro:
Aventura en el barco (creo)
Aventura en el valle (de este estoy más segura)
Los niños eran la bomba, dos hermanos, niño y niña, morenos y dos amigos suyos que eran gemelos y pelirrojos y que tenían un loro llamado Kiki que era la bomba.
Se metían en cada problema!!!
El de misterio es "Misterio en Tamtan", y la serie va de unos niños, su nani, y un primo huérfano (con un nombre muy cómico, Chatín) que va rotando por todos los familiares, también aparece un amigo suyo, una especie de vagabundo que tiene un mono, en este en particular resulta que se van de vacaciones a una isla y se meten en un fregao con espías y de todo, por lo visto, como en cada libro de la saga.
Ahora no los tengo aquí, pero ya te diré fijo.
Carabiru, no me suenan de nada. Y yo que creía haberlos leído todos...cachis.
Miss: hoy he visto una plantilla del che a la que alguien había añadido una frase: stop making stencils with my face. Es como si la hubiera escrito Ernesto che en persona. Menudo negocio hay montado con la cara de este hombre.
Me emociona ver que hay quente que aun se acuerda de Kiki, de Jorge, jack, Dolly, Lucy ¡y de Bill Smugs! (que al final se casa con la mamá de Jorge y Dolly y adopta a los otros, claro): Ahi van títulos (todos empiezan por Aventura en..
La Isla
El Castillo
El Valle
LA Montaña
El Mar
El Barco
El Circo
El Rio
Y hasta creo que van por orden. Los tengo todos por ahi; mis hijos nunca mostraron ni el mas minimo interes por ellos. Otro dia os hablo de la pandilla de "Nabé" con su mona Miranda y del grupo de Fatty con su perro Buster y el resto de la panda, incluido el pili Mr Goon. ¡Que momentos tan buenos he tenido leyendo esos libros!. Saludos a todos. ¡piii, suena el pito!
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