lunes, 4 de junio de 2007

Memorias de lector empedernido I

Durante mi niñez, en casa de mis padres, nunca hubo libros. Ni muchos ni pocos. En algún momento recuerdo que mi hermana se suscribió al Círculo de Lectores, pero eso fue cuando ya eramos adolescentes. Así que un lector empedernido como yo, pasaba largos ratos en la Biblioteca, en la sección infantil donde leía los tebeos de Astérix y Obelix y también de Tintín. De las aventuras de los galos me chiflaban los juegos de palabras que el traductor hacía con los nombres de los personajes: Abraracurcix, Ideafix, y otros que ahora no recuerdo. Especialmente irónicos eran los de los cándidos soldados romanos. Sólo por eso (pero no exclusivamente) ya valía la pena leer las historias. Me reía mucho, mucho.
Antes de entrar en la Bibioteca pasaba por la fuente de la rana, que estaba enfrente, al otro lado de una plaza con parterres de rosales, me lavaba las manos y a continuación entraba en la sala de lectura, me dirigía hacia la Bibiotecaria, le mostraba mis manos limpias y aún húmedas, me daba el visto bueno y podía pasar a buscar uno o más libros para disfrutarlos. Aquella sala era mi palacio, mi refugio más o menos silencioso, lejos de casa -en donde la tranquilidad, siendo cinco hermanos, mis padres y muchas veces mis abuelos, era más bien escasa.
Con los años llegué a forjar una relación de confianza y casi amistad con una de las Bibliotecarias, de tal modo que algunas veces incluso la ayudaba a clasificar, poner fichas, devolver libros a las estanterías y otras tareas como por ejemplo ordenar las revistas. Mari, un recuerdo desde aquí para ti.
Al acabar el primer curso de Bachillerato, con 11 años recién cumplidos un profesor nos recomendó hacernos socios de la Biblioteca Pública y aprovechar el verano para disfrutar de lecturas de evasión que no tuvieran que ver con el Mio Cid ni otras obras de las que habíamos trabajado en clase. ¿Cómo no se me había ocurrido antes, pardiez? Me parece que fui de los pocos que hizo caso de la recomendación.
El carné de lector me abrió un mundo lleno de otros mundos, me ofreció la posibilidad de tener una Biblioteca para mí solo.

8 comentarios:

Jano dijo...

Yo tengo muy mala memoria.... pero cuando pequeño tamabién leía mucho, pero porque en mi casa siempre ha habido muchos libros. ¡¡¡Los Asterix y Obelix me los sé de memoria!!!

La pena es que para la mayoría de las lecturas tengo poca memoria, lo mismo que con las películas... y aunque sé que he leído mucho.... ¡no me acuerdo!

Tengo que empezar a recordar...

Peter Pain dijo...

Bienvenido shysh, esperamos leerte mucho por aquí.

Jano, creía que en tu planeta no usabais los arkaicos libros para transmitir conocimientos. Está bien que eso sirva de acercamiento entre razas.
De crío llamaban a los sanjacobos libros, anda que no he leído yo...

Tamaruca dijo...

Yo en eso tuve mucha suerte: mi abuela es una enamorada de los libros, tenía el alamcén repleto de libros y comics, incluso revistas prohibidas durante la dictadura. Qué recuerdos :)

Anónimo dijo...

Hoy hemos aprendido que en los tiempos que corren el que no se acerca a la lectura (y a la cultura en general), es porque no quiere.

Mustafa Şenalp dijo...

ÇOK GÜZEL BİR SİTEE.

trupitomanias dijo...

ami una catarro me arrastro ala cama y allí empezó mi locura lectora...

y en la mili, me salvo de muchos ratos tontos la biblioteca, y la locura de leer convulsibamente..

david santos dijo...

Es verdad, hay libros antigos muy buenos para refrescar nuestra memória.
Gracias por compartir este tan bueno trabajo con nosotros

Victoria dijo...

En casa siempre ha habido libros y un buen ambiente para leer (sólo una hermana, aunque a veces parezca que es cinco a la vez XD).

A la biblioteca iba sólo cuando necesitaba un libro específico para un trabajo.

Aunque creo que iré a por alguno que otro que tengo desacargado en el ordenador y que al estar en pdf no me lo puedo llevar a la piscina.

¿No os gusta leer al aire libre? ^^